jueves, 21 de abril de 2005

Pedazo de Carne / La Cochera


Obra: Pedazo de Carne (Dirección: Paco Giménez. Técnica y luces: Fernando Castello)
Lugar: La Cochera (Fructuoso Rivera 541, B° Güemes, tel. 4604035

Trozos de miseria humana

Con una puesta basada en Frankestein de Mary Shelley, La Cochera invita a recorrer los aspectos más oscuros de la condición humana. Pedazo de Carne, se sumerge en las profundidades de la sensibilidad, para desnudar la crueldad y la ambición inherentes a las personas.
El hombre. Creador omnipotente y perfecto. Asemejarse a Dios parece ser la consigna, teñida de una búsqueda de reconocimiento público. Pero, ¿cuál es el límite de la creación?. ¿Hacia dónde se dirigen aquellos designios que se escabullen entre los intersticios de realidad?. ¿Cuál es el producto de la ambición ilimitada y el sutil encuentro con los propios aspectos de monstruosidad?. "¿Será por poder?", interroga uno de los personajes.
La invitación a la boda de Elizabeth Lavenza (Silvina Bustos Fierro) y Víctor Frankestein (Marcelo Acevedo), resulta la excusa perfecta para adentrarse en el mundo de la archiconocida novela, pero explorando sus vértices más ocultos. Así, la puesta detiene el tiempo narrativo, que originalmente es de varios años, para colocar el acento una hora antes de la boda del científico.
De este modo, la obra teatral dirigida por Paco Giménez se aleja de las ataduras cronológicas y extiende la mirada un poco más allá. Quedan al descubierto las ambiciones de Víctor, los vestigios monstruosos en Elizabeth, la sensación de injusticia experimentada por la criada, Justine Moritz(Silvina Apfelmann) y la terrible angustia del Monstruo (Hernán Rossi). En medio de esto, la sed de conocimiento de Henry Clervan (Lalo Orellano), un amigo de Víctor que pretende igualarlo con la creación de la novia para el desdichado producto del Dr. Frankestein.
Estos aspectos son narrados desde una estética particular e inquietante, que consigue revelar de manera impactante la crueldad de los hechos. Sin embargo, a pesar de que se producen escenas fuertes a lo largo de la obra, la risa se impone como condimento que relativiza aquellas imágenes vinculadas al contenido trillado por el cine de terror. De este modo, a pesar de que la puesta recupera la estética de la cinematografía alemana expresionista, el colectivo de actores pretende invertir ciertas categorías vinculadas a la crueldad, para disparar un claro interrogante: en esta historia, ¿quién es el monstruo?.

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